Por: Mirko Lauer
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Acaba de fallecer
Carlos Franco, distinguido pensador y activista de causas populares, autor de
textos claves en la ciencia política latinoamericana, amigo y maestro de
generaciones de políticos ubicados en la izquierda democrática. Su vida estuvo
dedicada a promover por diversos medios el cambio social en el Perú.
Franco dedicó estos
últimos años de su vida a un estudio sobre la naturaleza de la democracia en la
historia. La preocupación era de fondo: se había pasado buena parte de su vida
política explorando la posibilidad de una democracia capaz de revolucionar la
sociedad peruana, o al menos de aliviar sus injusticias.
Tuvo la esperanza de
que cumplidas sus reformas la dictadura velasquista (que ambos apoyamos, de
lados contrarios) devolviera el poder de decisión al pueblo, mediante lo que se
llamó entonces una democracia participativa. El golpe interno de 1975 reveló
los límites de ese proyecto.
Diez años más tarde la
victoria electoral del Apra le devolvió a Franco las esperanzas, y lo llevó a
asesorar a Alan García en el intento de darle a la democracia un giro a la vez
liberal en política y radical en economía. La idea de limitar el pago de una
deuda externa agobiante lo entusiasmó; el resultado práctico lo llenó de dudas.
Fue por ese tiempo que
empezó a profundizar dos temas centrales en su obra: el carácter del populismo
en América Latina y la naturaleza de las transiciones de la dictadura a la
democracia formal en el continente. Este último tema lo trató en su libro
Acerca del modo de pensar la democracia en América Latina (1998).
En ambos temas sus
conclusiones orbitaron en torno del carácter estructural de las trabas
históricas a la participación popular. En otras palabras, que el problema de
transiciones, sobre todo latinoamericanas, es que siempre llevan de vuelta al
pasado, y esto porque sus actores consideran a la política una esfera
independiente de la historia.
Acaso su texto más
difundido en el país sea Imágenes de la sociedad peruana: la otra modernidad
(1991), donde desde la sociología y la cultura define la existencia de un
proyecto democrático, nacional y popular, anclado en el mestizaje poscriollo.
La identidad como elemento postergado en la política siempre fue una de sus
preocupaciones.
Fue Carlos Franco un
hombre bondadoso y amable, un espíritu sonriente, lector enciclopédico,
conversador eximio y de largo aliento, caminante infatigable. Su obligado
apartamiento del mundo en estos últimos años abrumó a sus amigos, y muy
temprano privó al país de uno de sus más lúcidos interlocutores.
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