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viernes, 26 de marzo de 2010

Cambiar el Poder Judicial

RINCÓN DEL AUTOR
El Poder Judicial se ha convertido en una fuente mayúscula de desorden administrativo e inseguridad jurídica. Puede ser usado para despojar a otros de su propiedad, para importar autos usados prohibidos por ley, para lograr en ocasiones lo que se quiera si se dispone de los medios. Y, por lo visto, puede ser penetrado fácilmente para destruir evidencia. 
elcomercio.pe Viernes 26 de Marzo del 2010 
Por: Jaime de Althaus Guarderas
¿Cómo es posible que personas hayan ingresado a la caja fuerte de la jueza María Martínez y borrado 592 archivos de dos USB de Giselle Giannotti, procesada en el Caso “Petroaudios”? ¿Cómo puede ocurrir una cosa así?

No es de extrañar. El Poder Judicial se ha convertido en una fuente mayúscula de desorden administrativo e inseguridad jurídica. Puede ser usado para despojar a otros de su propiedad, para importar autos usados prohibidos por ley, para lograr en ocasiones lo que se quiera si se dispone de los medios. Y, por lo visto, puede ser penetrado fácilmente para destruir evidencia.

¿Cuántos vasos más van a tener que rebalsarse para empezar a producir un cambio radical en el Poder Judicial? En los últimos 4 años los ingresos de esa institución se han más que doblado, se ha incrementado el número de jueces en más de 40% y el de administrativos en 60%, los juzgados se han informatizado, pero de nada parece haber servido porque la productividad de los jueces ¡ha caído en 20%! A más recursos, menos resultados. El software no es inteligente y no ayuda suficientemente a los jueces ni al sistema de evaluación y mejoría. Un informe del PNUD desnuda las graves falencias administrativas de la gerencia, que no es capaz de establecer sistemas de planeamiento, información, medición de resultados y servicios generales a los jueces que les permitan mejorar su productividad. Hace falta ordenarla y modernizarla. Pero hace falta también modernizar el despacho judicial, simplificar los procesos, oralizarlos, etc., lo que requiere que los propios jueces se involucren y organicen para producir los cambios.

Se pensó que Javier Villa Stein podía ser el líder de la transformación, pero ya vemos que lo suyo no pasa, por lo menos hasta ahora, de poses tan efectistas como poco efectivas. En lugar de aprovechar las herramientas que le brindó la unidad de ética que el mismo creó para cambiar las cosas, prefirió aliarse con los responsables del cuestionado statu quo (para usar una palabra benigna). Los proyectos del Banco Mundial, del BID y de la GTZ (Cooperación Técnica Alemana) de apoyo a la reforma judicial están siendo, en buena cuenta, rechazados por ese statu quo, y sus unidades ejecutoras están cerrando o tienen las manos atadas. Porque la reforma ataca los intereses creados, los vicios, las prácticas corruptas.

¿Qué hacer? La reacción tiene que venir desde dentro. Se necesita un núcleo de jueces decididos a rescatar su institución, y que cuente con el apoyo de la sociedad, de los medios, de abogados decentes (aunque los principales estudios hasta ahora no firman el pacto para no sobornar). Es urgente.

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