Editorial Del “El Comercio”
Debemos erradicar cuanto antes el ingreso al país de autos de segunda mano, práctica absurda que convierte al Perú en depósito de vehículos dados de baja en los países desarrollados.
elcomercio.pe Sábado 27 de Marzo del 2010
Cada vez hay más convicción en la necesidad de eliminar y no solo reducir los aranceles para la importación de autos nuevos, y prohibir la entrada de vehículos de segunda mano, autos chatarra, obsoletos y que generan gran contaminación, amén de accidentes.
Los beneficios de esta propuesta saltan a la vista. La merma en la recaudación fiscal por aranceles en este rubro no sería significativa. Se lograría, más bien, reducir los altísimos niveles de contaminación que soportan nuestras ciudades y su perverso efecto sobre la salud pública, evitándose las pérdidas de horas-hombre por alergias, asma y otros problemas bronquiales y el costo de los servicios de salud, para tratar los males relacionados con la polución.
Los discursos y tratados internacionales deben ir de la mano de políticas tributarias que contribuyan a generar los cambios que el país necesita y espera en lo que concierne a la conservación y la lucha contra el calentamiento global. Estos obligan a los gobiernos a adoptar políticas claras y firmes para enfrentar un problema global que no solo concierne al Ministerio del Ambiente. En el caso de los aranceles para autos nuevos, las opiniones del sector Economía y Finanzas (MEF), así como del de Transportes y Comunicaciones (MTC), son gravitantes, pero principalmente lo es la voluntad política y la decisión del Gobierno.
Debemos erradicar cuanto antes el ingreso al país de autos de segunda mano, práctica absurda que convierte al Perú en depósito de vehículos dados de baja en los países desarrollados.
La renovación del parque automotor es una cuestión fundamental para nuestro país, la seguridad de las personas, la salud y el equilibrio ambiental urbano. Es un tema que demanda atención prioritaria y urgente del Gobierno. Más que rebajar aranceles de lo que se trata aquí es de anularlos gradualmente. Esto abaratará significativamente los automóviles nuevos e híbridos, activados con combustibles alternativos o con la tecnología de última generación que los hacen menos contaminantes.
El Gobierno no puede perder de vista la política ambiental y debe dar los pasos necesarios para avanzar en el desarrollo sostenible. Como lo hemos reiterado más de una vez, la finalidad del Estado es asegurar el interés general y el bienestar de los ciudadanos. Corresponde al Ministerio de Economía y Finanzas comprender que las políticas tributarias pueden y deben contribuir a la conservación y recuperación ambiental, y no temer a liberalizar el mercado en este sentido, así como a sancionar las prácticas contaminadoras —en todos los ámbitos— que atentan contra el bien común.
En la década del 90 Alemania logró resolver gran parte de su problemática ambiental con impuestos que castigaban a los insumos y las prácticas contaminantes y beneficiaban lo amigable con el medio ambiente. Así, por ejemplo, un carro con más años de uso paga mayores impuestos anuales que un automóvil nuevo, y el combustible más contaminante es el más caro, a diferencia de lo que ocurre en nuestro país. Esbozando una política fiscal con óptica “verde”, Alemania creó un círculo virtuoso que la llevó a tener un liderazgo indiscutible en el tema del desarrollo sostenible y a imponer sus altos estándares ambientales en el resto de la Unión Europea.
El MEF debe atreverse a reducir gradualmente a cero los aranceles para los autos nuevos y más bien imponer altas tasas a los autos chatarra, inservibles en sus países de origen. Así se promoverá la renovación del parque automotor y se perfilará una política tributaria consecuente con la política ambiental.
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