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Martín Tanaka |
Han sido difundidos
también los resultados de la encuesta “Lima cómo vamos 2011”, aplicada por
segundo año consecutivo. Una mayoría se siente insatisfecha o indiferente de
vivir en la capital, y la insatisfacción se asocia a los problemas de inseguridad,
transporte, y al trato y respeto entre las personas; con todo, parece
advertirse cierta mejora en la calidad de vida en la ciudad respecto al año
pasado. En esta encuesta, los problemas principales son, junto con la
inseguridad y el transporte, la contaminación ambiental, y los ciudadanos notan
cierta mejora en cuanto al transporte (ha sido el año de la mejora del
Metropolitano y el inicio de las pruebas del tren eléctrico), pero un
empeoramiento en la seguridad, aunque se reconoce que este es un tema cuya
responsabilidad recae fundamentalmente en el Ministerio del Interior.
En cuanto a la gestión
municipal, los niveles de satisfacción más altos se refieren a la promoción de
actividades culturales y recreativas, o al cuidado de espacios públicos, mientras
que los más bajos son precisamente aquellos relacionados a los problemas más
importantes (inseguridad, transporte, cuidado del medio ambiente). Existe
incluso la percepción de existencia de corrupción, y conductas poco
transparentes que buscan beneficiar a grupos minoritarios, a pesar de los
notorios esfuerzos hechos por la gestión de Villarán para enfrentar esos
problemas.
Se puede concluir de
esto que los altos niveles de desaprobación de la alcaldesa no son consecuencia
de un empeoramiento en las condiciones de vida de la ciudad, y por el
contrario, los encuestados perciben algunas mejoras, como en el transporte. El
problema parece estar en el desdibujamiento de la imagen de Villarán. La
candidata ganó la elección con la imagen de una luchadora social, cercana a la
población, apelando a su sensibilidad y simpatía; pero la alcaldesa intentó
erigirse en un referente de opinión política, y enfrentó los problemas con
lógicas tecnocráticas, alejadas del sentido común popular. Castañeda era
popular no solo por el cemento, sino por su imagen de “solidario”. Remontar
este año requiere, entre otras cosas, volver a la imagen inicial, más cercana a
las necesidades de la ciudadanía. La autocrítica es solo un primer paso.
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