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domingo, 15 de enero de 2012

En mareas misteriosas

Inseguridad y corrupción. Si mal no recuerdo, este par de lacras iban a ser los objetivos a erradicar durante el gobierno de Ollanta Humala. Así lo dijeron en la campaña.
Susceptibles. No sé ustedes, pero yo no les entiendo. Hay quienes sostienen que plantear una revocatoria a Villarán a estas alturas, es prematuro. Sin embargo, al mismo tiempo se erizan cuando se critica precisamente ese apresuramiento o se pretende interpretar qué tipo de intereses o apasionamientos se esconden detrás de dicha iniciativa. Y lo más curioso: tachan esos señalamientos de “intolerantes y antidemocráticos”. Tal cual. Brutos.
Inseguridad y corrupción. Si mal no recuerdo, este par de lacras iban a ser los objetivos a erradicar durante el gobierno de Ollanta Humala. Así lo dijeron en la campaña. Entiendo que el jefe de Estado haya estado distraído por asuntos más urgentes y aparatosos, como Conga o Chehade. O qué sé yo. Pero en materia de delincuencia, la verdad, no veo que se esté haciendo algo. Por no decir que no están haciendo nada, que es lo que me provoca expresar desde el forro. Hace pocas lunas, verbigracia, en la mismísima puerta de mi casa se produjo un asalto a mano armada. Y un mes atrás, ocurrió lo mismo a una cuadra, en plan Pulp Fiction. Sin mencionar que, hace unas semanas, a la prima de mi mujer estuvieron a punto de secuestrarla, y ahí sí la cosa acabó a balazos. Todo esto en el mesocrático barrio de Miraflores, que, a este paso, pareciera empezar a transformarse en uno de esos arrabales preñados de maras centroamericanas. Y me cuentan que en Trujillo el asunto va de mal en peor. ¿Y el gobierno? Bien, gracias. No se oye, padre. Jugando a la incompetencia.
Envidia. Veo con envidia que en Chile ya se instaló definitivamente el voto voluntario, rompiendo para siempre con la imposición de la obligatoriedad del voto bajo amenaza de sanciones. De esta manera, nuestro vecino se convierte en el cuarto país hispano en dar este salto cualitativo con el propósito de perfeccionar su democracia, junto a España, Colombia y Nicaragua. Los chilenos se han dado cuenta que el voto debe ser fruto de la convicción personal de cada ciudadano, y no consecuencia de la coacción. Que los mejores países, aquellos que poseen las democracias más estables del planeta, tienen voto facultativo. Que los partidos políticos, en los lugares donde rige el voto libre, se ven obligados a reformular permanentemente su manera de acercarse a sus potenciales votantes, y eso los fortalece y los vuelve dinámicos. Y así. No como aquí. Donde los “partidos” se activan y existen cada cinco años y únicamente para los comicios. Donde se piensa que, si desaparece la obligatoriedad del voto, se “perjudicará a los pobres”, porque asumen que la gente de menos recursos es algo idiota y, como a los niños, no se les puede dar libertad de opción.
Ley Mordaza. Ha hecho bien el presidente en no promulgar la Ley Bedoya. Ponía en riesgo la libertad de prensa.
De mamey. El obispo de Córdoba, España, señaló hace pocas semanas que, la Unesco tiene un plan para “hacer que la mitad de la población mundial sea homosexual” en los próximos veinte años. Según él, el presidente del Consejo Pontificio para la Familia, del Vaticano, piensa lo mismo. Es más. Acaba de abrir la boca nuevamente y ha acusado ahora a los medios de comunicación y a algunas escuelas españolas de incitar a la fornicación. Se trataría de una conspiración global contra dios. Como diría Augusto Álvarez Rodrich, es el fin.

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