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jueves, 12 de agosto de 2010

Abriendo las puertas del infierno

Por otro lado, no hay cortes de camino ni soluciones mágicas. Lo único que va eventualmente a lograr protegernos de los delincuentes es el contar con una fuerza policial que sea honesta y eficiente, así como con un Poder Judicial probo y transparente.
peru21.pe   Jue. 12 ago 2010
Autor: Fritz Du Bois
Como si un maquiavélico dios en el Olimpo se hubiera querido asegurar de que la inseguridad ciudadana se convierta en el tema más importante en la agenda electoral, desde el día del mensaje presidencial –sin ninguna propuesta sobre seguridad– da la impresión que se han abierto las puertas del infierno y se ha dejado sueltos a una enorme cantidad de desadaptados para aterrorizarnos.
No pasa un día sin que ocurra alguna atrocidad. Desde el asalto a los abuelos de Romina, en plena luz del día dominical, hasta el homicidio del alcalde de Surcubamba por parte del hermano de su rival electoral, quien para colmo pertenece a la fuerza policial y a quien sus compañeros parece que dejaron escapar. Pasando por el diario asesinato en el Callao y el violento crimen pasional o familiar usualmente a puñaladas. Asimismo, los taxistas violadores son pan de cada día y el abuso pornográfico de menores no impidió que un violador en serie fuera excarcelado luego de ser capturado, lo que le permitió seguir abusando. Pocas veces hemos sufrido de una ola de violentos crímenes ocurriendo tan seguido.
Al menos la indignación que estos casos han generado está obligando a los candidatos –municipales, regionales, presidenciales– a tener que ofrecer cómo solucionar la inseguridad. De ese ejercicio algo quedará y, en todo caso, lo que no podrán hacer, de ninguna manera, quienes resulten elegidos será lavarse las manos en el tema, como lamentablemente lo han hecho tanto el presidente como el alcalde de Lima, por ejemplo.
Por otro lado, no hay cortes de camino ni soluciones mágicas. Lo único que va eventualmente a lograr protegernos de los delincuentes es el contar con una fuerza policial que sea honesta y eficiente, así como con un Poder Judicial probo y transparente.
Si bien la pena de muerte es lo menos que uno exigiría para calmar la ira si fuera el padre de Romina –especialmente luego de ver la evidente falta de arrepentimiento del delincuente–, la experiencia en los países donde esta pena se aplica demuestra que no es lo suficientemente disuasiva. Además, sería realmente un retroceso recurrir a matar a un ser humano ante la incapacidad de aquellos encargados de proteger a la sociedad.
Así que esperamos contar durante la campaña electoral con propuestas a todo nivel de gobierno para contrarrestar esta creciente delincuencia con reformas de fondo en la fuerza policial y en el Poder Judicial.

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