El choque ha sido intenso, pero ha durado poco. Todas las partes han retirado sus palabras, pero en esa estela ha quedado un cierto viento de fronda. Los secretarios generales se quedan, pero advertidos de que una hipotética asamblea plenaria, va a decidir su futuro. García ha obtenido la distancia que deseaba tomar.
larepublica.pe Martes 04 Mayo, 2010
Por Mirko Lauer
El úkase de Alan García a los dos secretarios generales del Apra intenta cortar de un tajo el nudo gordiano que liga a las acusaciones de corrupción con la gestión de su gobierno. Quizás no calculó que los dos dirigentes resistirían la presión, en lo que ha equivalido a un cuestionamiento de los límites de su autoridad como N°1 del partido.
El choque ha sido intenso, pero ha durado poco. Todas las partes han retirado sus palabras, pero en esa estela ha quedado un cierto viento de fronda. Los secretarios generales se quedan, pero advertidos de que una hipotética asamblea plenaria, va a decidir su futuro. García ha obtenido la distancia que deseaba tomar.
Algunos oficiosos en el partido movilizaron el apoyo de media docena de dirigentes regionales a García, pero eso demostró no ser suficiente para resolver el impase. Con lo cual por un tiempo el Apra queda para todo fin práctico escindida en por lo menos dos bandos. Es poco probable que García tenga ganas de tomarse la foto reconciliadora.
Pero las partes están condenadas a algo parecido a la reconciliación. El Apra y el gobierno se necesitan para llegar bien al 2011 pasando por el 2010. La idea de un reemplazo de apristas por independientes a menos de un año del inicio de las ceremonias de fin de gobierno es más fácil de decir que de llevar a la práctica con provecho.
Izquierda y derecha están de plácemes con el conflicto. La misma derecha que en los años 90 decía que el Apra era aceptable y García malo ahora ha empezado a sostener lo contrario. Pero no es difícil imaginar lo que sucedería en dicho campo de producirse esa división. Pues el proceso de demolición en curso no es solo contra el partido.
El aprismo ha tenido un decenio para demostrar que sin García su horizonte electoral es sumamente limitado. Pero la idea de un García haciendo política exitosa desenganchada del aprismo tiene un fuerte aroma a leyenda urbana. Es más verosímil imaginarlo recuperando la hegemonía en el partido un vez que concluya su gestión.
Mientras tanto tiene al alcance de la mano un escenario que podría favorecerlo: mantener la distancia frente a una dirigencia aprista bajo ataque, pero no tanta como para que los atacados empiecen a culpabilizarlo de los males del partido. Ese status quo parecido a la reconciliación podría tomar la forma de una tregua.
El problema con todo esto es que los casos que crearon el conflicto en primer lugar no van a amainar. Al contrario. El tole tole en el Apra en cierto modo ha demostrado que las denuncias funcionan aun antes de que acusaciones, indicios y versiones hayan sido cabalmente judicializados El choque. Desde la perspectiva de la imagen del Apra el daño está hecho.
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