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jueves, 29 de abril de 2010

Juan sin tierra

Lo que no se debe hacer es cerrarla y condenar al país a no avanzar sin reformar debido a la incapacidad moral de algunos que se suben al coche del Estado solo para lucrar.
peru21.pe  jue. 29 abr '10
Autor: Fritz Du Bois
Así como la carta magna de Juan 'sin tierra’ inició la formalización del sistema político occidental restringiendo el poder absoluto del monarca, la hoy cuestionada Cofopri (espantoso nombre la condena a ser un nido de burocracia, debieron haber pensado en algo más marketero como Mi Terreno) fue creada para acelerar el ingreso a la formalidad a los millones de 'Juanes sin tierra’ que tenemos.

Sin embargo, una buena idea como la que fue Cofopri, que nace de las propuestas de Hernando de Soto en la década del 80, se mantuvo veinte años con un aura de provisionalidad sin evolucionar y aún no tiene órganos adecuados de control. Ni siquiera tiene un directorio. Para colmo de males, la han cambiado constantemente de sector, lo que le da aún más sensación de precariedad.

Por ello, no es realmente sorprendente que haya sido, primero, utilizada para clientelismo electoral, para luego, simplemente, convertirse en otro vehículo estatal para el escándalo. Es claro que, al haber perdido el sesgo reformista que tenía inicialmente, también ha perdido el norte y está al acecho de ampliar su territorio, como fue el caso de los valiosos terrenos en la playa, los cuales arrebató a manos militares de Bienes Nacionales, ya sabemos ahora con qué propósito.

Incluso, si a la pérdida de la brújula institucional le sumamos el boom inmobiliario, que ha hecho que la 'tierra eriaza’ alrededor de centros urbanos valga como polvo de oro, entonces un corrupto con poder dentro de Cofopri puede exigir un cheque en blanco.

Por otro lado, la situación de informalidad que llevó a la necesidad de su creación no ha cambiado. Todavía el 60% del Perú vive fuera del sistema, así que aún requerimos de su función. Asimismo, los costos de formalización siguen siendo exagerados, y ese fue uno de los motivos para crearla como un atajo al registro tradicional, que es costoso y largo. Más aun, si uno compra una casa, al pagar los trámites burocráticos, entre registros y notarios, te expropian la mitad de la sala.

Así que todavía se requiere de una Cofopri, pero habría que transparentarla e, incluso, aislarla del gobierno de turno con un directorio o comité directivo independiente, algunos de cuyos miembros tengan un plazo fijo en su nombramiento. Lo que no se debe hacer es cerrarla y condenar al país a no avanzar sin reformar debido a la incapacidad moral de algunos que se suben al coche del Estado solo para lucrar.

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