Durante la semana, las agencias calificadoras Fitch y Moody's refrendaron la máxima calificación de la deuda de Estados Unidos, aunque advirtieron que el Gobierno debía redoblar sus esfuerzos por reducir el enorme déficit presupuestal del país.
La calificadora notificó al Gobierno que degradaría la nota, rectificando después su decisión; la Casa Blanca cuestionó los cálculos sobre los cuales la agencia había basado la medida.
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