Imaginar qué sucedería en nuestro país con un terremoto de esa magnitud es una pesadilla. Nuestros niveles de prevención, organización antisísmica y reacción frente a los eventos son ineficientes. Muestra de ello es el vergonzoso ejemplo de Pisco, que hasta ahora no es reconstruido, por la improvisación, corrupción y manoseo político, que demostraron una preocupante falta de planificación para la intervención posterior a los hechos.
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