LIMA - Así como en el
Perú hubo un antimilitarismo anticacerista furibundo que aprovecharon civilistas
y pierolistas, un anticivilismo iracundo que cosechó Leguía y un antiaprismo
visceral que duró de 1932 a 1978, ahora existe un antifujimorismo en algunos
sectores que ya está resultando tan desfasado, ridículo y poco realista como el
antiguo antiaprismo. Así como el aprismo llegó a tener un tercio del electorado
por décadas, el fujimorismo ronda el 25% (y pudo llegar a 30% con una mucho
mejor campaña) y por eso es absurdo no tratar de tenderle puentes para que se
vuelva absolutamente un partido democrático y moderno, que más bien purgue sus
viejos reflejos autoritarios y populistas bajo la batuta de la más reformadora
Keiko. Guste o no, es lo más cercano actualmente a un partido de masas,
pluriclasista, con implantación provinciana y con mística (persecutoria, como
la aprista) que tenemos, con el punto de que ha logrado transmitir el
caudillismo generacional.
Como de costumbre, los
caviares y rojos no olvidan sus rencores y ni siquiera apelan a una realpolitik
elemental. La vieja izquierda antiaprista de ayer ha trastocado sus odios en
antifujimorismo. Por eso nunca llega a nada, por obtusos (y por esa actitud
arcaica, hegemonista y recalcitrante es que soy anti-izquierdista). Y por eso
el fujimorismo araña el 25% y la izquierda tiene que ser la rabona del militar
Humala, con la que este está limpiando el piso como quiere. Si hasta los ha
hecho apoyar a Chehade... Como bien escribió hace poco Pedro Tenorio en Correo
Semanal -que dirige-, lo que no consiguió Fujimori ni García con ellos, lo ha
hecho Humala, y en menos de seis meses. Los evaporó moral y políticamente, en
medio del despecho y el desprestigio.
Terminaron
chehadistas...
- Las tres embajadas
más importantes para el Perú son EE.UU., España y Chile, tanto por sus
inversiones como por razones geopolíticas. Cierto es que Japón jugó un papel
importante durante el fujimorismo y que ahora China ya es un socio comercial y
un inversor de peso, pero su impacto político -y sobre todo geopolítico- en el
Perú aún es muy limitado. En cuanto a Moscú, su peso ahora es más geopolítico
-por ser la matriz de armamento de nuestras FF.AA. de aire y tierra-, pero
lejanos ya son los días en que Rusia roncaba aquí fuerte en la época de
Velasco, junto a Cuba, con sus sirvientes comunistas locales (PCP, CGTP, la
argollita roja que controló Expreso) o cuando llegó a tener cierto impacto
económico con los convenios de pesca y de pago de deuda con trueque bajo
Belaunde y García I. En cuanto a Argentina, ese país ya dejó de tener mayor
peso estratégico y más bien seríamos unos tontos en inmiscuirnos en sus
problemas con los ingleses después de que nos pagaron nuestro apoyo en La
Malvinas con la venta de armas a Ecuador, en pleno conflicto del Cenepa y
siendo encima garantes del Protocolo de Río de Janeiro. Sólo a un descaminado
como Roncagliolo se le ocurre sugerir algo así.
Por eso ha hecho bien
Humala en visitar a estos tres países en su primer semestre de gobierno, en
tener tratos directos con Hillary Clinton allá (y un contacto fugaz con Obama),
con Piñera, y ahora con Rajoy y ese eterno megacanciller que resulta ser el rey
Juan Carlos. España no solo es un gran inversor aquí, sino que es nuestro interlocutor
natural en Europa. Por eso es una lástima que a Nadine se le haya ocurrido
ordenarle a Roncagliolo que manden allá de embajador a alguien tan torpe como
Eguiguren, con el agravante de que es absolutante tonto mandar a un
"sociata" (un "caviar" allá) justo cuando asume un gobierno
derechista como el PP. Nuestra co-presidenta Nadine (porque estamos en un
régimen bicéfalo, mismo consulado romano, con un toque matriarcal) ha
demostrado buen juicio en algunas cosas, pero aún es muy jovencita y cuando mete
la pata, como en este caso, pues la mete bien.
Mandar a Eguiguren a
Madrid... Tan absurdo como colocar al caviar Albán en la OEA para entenderse
con la CIDH después de que éste antes denunció al Perú allí. Y ojalá que no se
ponga a empujar el tema de la PUCP allá, que sería gravísimo que utilice un
cargo público para un problema privado y que encima representará una nueva
demanda contra el Perú. A estar atentos, que todo termina sabiéndose.
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