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En esas regiones, el número de médicos por cada mil habitantes se multiplicó siete veces en ese período, la asistencia al colegio secundario saltó de 13% a 57%, y los hogares con electricidad de 9% a 35%.
elcomercio.pe Lunes 28 de Junio del 2010
Por: Richard Webb
No había viajado a ningún otro lado, pero de un día a otro despierto en un país diferente. El Perú que recuerdo se encontraba entrampado por una geografía imposible y por un Estado que le daba la espalda a la mayoría de la población. Pero hoy leo, en un informe de la ONU , que las tres provincias peruanas más relegadas entre las 188 existentes —Angaraes en Huancavelica, Cotabambas en Apurímac y Pachitea en Huánuco—, que en 1997 registraban el puntaje más bajo en el Índice de Desarrollo Humano que calcula la ONU , exhibía diez años después un índice mejorado en 67%. En el otro extremo, las tres provincias más favorecidas en nuestro país —Jorge Basadre en Tacna, Lima y Callao — no registraron avance alguno. Así, la distancia en las condiciones de vida entre los menos y los más se redujo radicalmente.
Otro indicador estimado por las Naciones Unidas —el Índice de Densidad del Estado—, descubre una mayor presencia estatal en todas las provincias y, especialmente, en las más pobres. Para el Perú como un todo, esa presencia aumentó en 50% entre 1997 y 2007, pero en las tres provincias más olvidadas la mejora es de 500%. En esas regiones, el número de médicos por cada mil habitantes se multiplicó siete veces en ese período, la asistencia al colegio secundario saltó de 13% a 57%, y los hogares con electricidad de 9% a 35%. Y a juzgar por la vigorosa expansión reciente de los presupuestos regionales y de servicios como la electricidad, el cable, la telefonía y los caminos rurales, es casi seguro que la tendencia hacia un reparto más justo de los servicios públicos haya continuado desde 2007.
Coincidentemente, el continente africano —otra región del mundo que parecía condenada al atraso— también empieza a sorprender. Luego de tres décadas de hundimiento económico, a partir del 2000, su economía ha crecido a la respetable tasa de 5% anual. Su desarrollo se encuentra liderado no por los recursos naturales, como podría creerse, sino por las industrias del transporte y telecomunicaciones, la construcción y el turismo. El mensaje que nos llega de las provincias peruanas y del continente africano es que el atraso no es una condena. Y que a veces cambiamos de país, sin darnos cuenta.
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