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jueves, 17 de noviembre de 2011

El nuevo sello de Humala

Comentario del Editor
Por: Juan Paredes Castro
En una conferencia de prensa que debió ser mucho más abierta, el presidente Ollanta Humala apareció ayer notoriamente alejado del doble discurso oficial de los últimos tiempos.
Juan Paredes Castro
Con todo el escepticismo que despiertan generalmente las exposiciones presidenciales, algunas tonalidades puestas en relieve en sus palabras merecen atención.
Vimos a un mandatario dispuesto a marcar un rumbo definido de gobierno, no importa cuántos callos tenga que pisar en adelante en las cúpulas regionales, en su propio partido, Gana Perú, y en su entorno más cercano, de ministros y asesores, que tendrán que decidir si son capaces de seguirlo o de adoptar un camino diferente.
En efecto, objetivos supremos suyos como el del crecimiento económico con inclusión social necesitan decisiones claras y precisas y que lo peor que podrían enfrentar es rodearse, como ya venía sucediendo, de contradicciones y ambigüedades.
Tales contradicciones y ambigüedades obedecen en cierta forma al hecho de que Humala logró en la segunda vuelta concertar con un sector del país que le reclamaba el respeto a las reglas de juego constitucionales vigentes y el mantenimiento de la política económica, pero no consiguió que el otro sector votante comprendiera este compromiso, a pesar de que ya formaba parte de su campaña el objetivo del crecimiento económico con inclusión social.
Las contradicciones y ambigüedades más fuertes con las que ha tenido que lidiar Humala provienen de las fuentes mismas de su partido, Gana Perú, y de algunos de sus aliados políticos, moderados y radicales, que creen que la inclusión social puede darse como una gracia divina y no mediante el esfuerzo descomunal de generar primero un crecimiento económico sostenido, basado a su vez en una política abierta a las inversiones y en un eficiente y competitivo desempeño de la administración estatal.
Cuando Humala sale a decir que no quiere dividir al país con una reforma constitucional y que no aceptará ultimátum alguno capaz de frenar las inversiones, está inscribiendo un nuevo sello personal y presidencial en su mandato.
¡Queda por saber si su mayor prueba ácida seguirá siendo la claridad y coherencia de objetivos!
¿Marchará sobre su hoja de ruta, contra viento y marea?

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