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sábado, 12 de septiembre de 2015

“Humala terminará peor que García en legitimidad y aprobación”

SÁBADO 12 DE SEPTIEMBRE DEL 2015 | 16:19

“Humala terminará peor que García en legitimidad y aprobación”

Martín Tanaka, investigador principal del IEP, cree que “lo más probable” es que Keiko Fujimori gane la segunda vuelta

“Toledo, García y Humala podrían haber construido un candidato creíble para la elección siguiente. Pero son muy celosos de alguna figura que les dispute el liderazgo”, dijo Tanaka. (Foto: El Comercio)

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El investigador principal del IEP Martín Tanaka cree que “lo más probable” es que la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, gane la segunda vuelta. “El que debería preocuparse es Pedro Pablo Kuczynski”, afirma. También considera que las elecciones del 2016 van a ser definidas por los votantes pragmáticos.
¿Lo que ha sucedido con Nadine Heredia y Rosa María Palacios, un mensaje directo publicado a través de un blog, nos lleva a replantearnos la forma de hacer política? La comunicación política se ha acelerado y los políticos están más expuestos y propensos al error: si Nadine lo hubiese pensado con más calma, no hubiese escrito lo que escribió.
—Ella sugiere que se trataba de una conversación privada.Así es. Era una conversación privada. Pero también entiendo la posición de Rosa María Palacios: “Yo he dado a conocer algo y ahora me estás contradiciendo; entonces no puedo quedarme en silencio”.
—A Nadine Heredia se la veía como la principal figura del nacionalismo hacia el futuro. ¿Cree que aún conserva algo de su capital político? Al inicio el nacionalismo aspiraba a que fuera su candidata presidencial, y luego se decía que podía ser una buena candidata al Congreso. Pero ahora, en especial con este último incidente, su credibilidad se ha debilitado mucho, su defensa ha sido errática y eso le va a costar.
—¿Cómo ve el último año del gobierno de Ollanta HumalaUno hubiera imaginado que iba a ser mejor que el final del gobierno de Alan García, así como el final del gobierno de García fue mejor que el de Alejandro Toledo. Pero en este último año se han complicado la vida. Van a terminar peor que García en cuanto a legitimidad y aprobación ciudadana.
—¿La formación de Ollanta ha influido en su manera de gobernar? Creo que sí, pero eso no es una maldición: él podría rodearse de un equipo de gente que lo ayude. Sin embargo, a las falencias estructurales que tiene, este gobierno le ha sumado cierta vocación por el aislamiento político: no dialoga, no establece alianzas, se mete en peleas de desenlaces inciertos.
—Daniel Urresti se presenta como la única carta del nacionalismo al próximo año.Hay que ver si Ana Jara sigue dispuesta a dar la pelea. Urresti es mucho más activo. No sé si lo respalda el aparato central del nacionalismo. Me parece que lo están dejando hacer. Pero no descartaría que la candidatura de Urresti se caiga al final.
—Es una particularidad del Perú que, desde la caída del fujimorismo, los partidos oficialistas no consiguen armar una candidatura presidencial. Son tremendamente débiles. Lejos de fortalecerse, se desgastan desde el inicio del gobierno. Toledo y García terminaron mal, y todo parece in dicar que el nacionalismo va a terminar igual de mal.
—¿Cuál puede ser la razón? Tiene que ver con el caudillismo de las organizaciones políticas. Toledo, García y Humala podrían haber construido un candidato creíble para la elección siguiente. Pero lo que se vio es que son muy celosos de alguna figura que les dispute el liderazgo, y prefieren la ruina electoral antes que construir un referente alternativo.
—Las encuestas muestran a Keiko Fujimori muy por arriba de otros candidatos. Hay quienes creen que se puede cumplir una regla de los últimos 15 años: el que pasa a segunda vuelta y pierde, gana la presidencia en la siguiente elección. Si pudiéramos asignar probabilidades, podríamos decir que es lo más probable. No significa que sea inevitable, pero es cierto que los resquemores que hace cinco años despertaba el posible triunfo de Keiko Fujimori han bajado. Y si hace cinco años casi gana la elección, significa que está en mejor pie para ganar en esta elección.
—¿Hay menos antifujimorismo ahora que hace cinco años?Así es. Y hace cinco años, mucho menos que hace diez. En la medida en que no haya buenas alternativas, la gente votará por las opciones que haya, así no le convenza: el mal menor.
—Pero en las elecciones del 90, del 2006, del 2011, vimos candidatos que venían muy por arriba en intención de voto y acabaron desplomándose. Eso también es cierto. Esa desinflada tiene mucho que ver con errores de campaña. Es el caso de Lourdes Flores, Luis Castañeda, Alejandro Toledo: son más limitaciones propias, antes que grandes virtudes de los adversarios.
—¿Podría pasarle algo parecido con el fujimorismo? En segunda vuelta, muy probablemente, va a estar quien quedó segundo en la anterior elección, y algún otro que atropelle en el tramo final de la campaña. Quien debería preocuparse es Kuczynski, que está segundo. Parece ser medianamente claro que Keiko Fujimori va a estar en segunda vuelta. La gran pregunta es quién va a entrar con ella: si es Kuczynski, García, o si uno de los que ahora vemos como pequeños empieza a crecer en enero.
—¿El de Keiko Fujimori es un voto duro? Dentro de lo que hay, es bastante duro. Es una intención de voto que no se mueve mucho. Para ser un simpatizante de Keiko Fujimori, tienes que ser un votante bien curtido, como que no te importan demasiado todas las acusaciones que hay. Y por eso es relativamente impermeable a denuncias y a críticas. Mientras, otros sí pueden quedar decepcionados por una denuncia.
—Alan García en el 2001 llegó a Lima en febrero y pasó a segunda vuelta. En el 2006, vino de abajo, llegó a segunda vuelta y ganó. ¿Cree que otra vez tengan posibilidades? Posibilidades siempre va a tener, porque es un muy buen candidato. Pero la gran pregunta que los electores se harían es: ¿Por qué quiere ser presidente por tercera vez? Para su segundo gobierno, él decía: “Va a ser diferente al primero”. Había cierta expectativa. Pero su discurso político ahora suena mucho a la repetición del segundo gobierno. ¿Qué nuevo ofrece? En la medida en que García no renueve su discurso político, reducirá sus posibilidades. Su gran logro en el 2001 y el 2006 fue reinventarse políticamente, aparecer como alguien muy diferente del García de su primer gobierno.
—En el 2006, ya no se hablaba de tren eléctrico, BCCI, Mirage. Pero ahora sí se habla de narcoindultos, ‘baguazo’, ‘petroaudios’. Creo que con García sucede algo parecido que con Keiko Fujimori: para simpatizar con él, tienes que ser un elector muy curtido, a prueba de balas. Porque si dices que simpatizas con Alan, alguien va a saltarte al cuello. Pero si va a ser la repetición de su segundo gobierno, ya no tiene gracia: va a ser una mala copia de algo que fue regular.
—En el electorado que hizo ganar a Humala, hubo antifujimoristas y antiapristas. En un escenario de segunda vuelta entre Keiko Fujimori y Alan García, ¿cómo cree que actuaría este electorado?Detrás del voto de Humala hubo dos tipos de electores. Un electorado mayoritario que es muy pragmático y poco ideologizado y que es de izquierda en un sentido muy difuso. Ese votante puede votar perfectamente por Keiko Fujimori. No habría ninguna contradicción para ese votante. Y hay una minoría de votantes, más ideologizados, que de ninguna manera votaría por Keiko Fujimori o por García. Ese electorado se ha quedado sin representación, porque no le entusiasman ni Kuczynski ni Toledo ni Urresti ni Acuña. A menos que la izquierda logre en el poco tiempo que tiene consolidar un candidato, ese electorado va a terminar evaporándose.
—Pero en segunda vuelta García-Fujimori, ¿qué pasaría? En una segunda vuelta García-Fujimori, la elección va a ser definida por esos votantes pragmáticos. No tanto por los votantes ideologizados.
—Entonces ganaría Keiko Fujimori. Entiendo que las encuestas están sugiriendo ese desenlace: que Keiko Fujimori le ganaría a García en segunda vuelta.
Verónika Mendoza y la izquierda—¿Por qué el electorado más ideologizado no ha conseguido encontrar un candidato? Ese es uno de los dramas de la política en el país. Hay candidatos de derecha, de centroderecha, pero la centroizquierda es un vacío político. Alejandro Toledo era quien más naturalmente debía ocupar ese sitio, pero su hundimiento ha dejado a ese sector sin representación política.
—Hace unas semanas, la congresista Verónika Mendoza anunció su precandidatura y generó cierto entusiasmo. ¿Puede ocupar ese espacio? Lo veo difícil, por una gran razón de la que no son muy conscientes los amigos de la izquierda: la variable tiempo. Si miras las dos últimas elecciones, ves que si no estás en quinto o sexto lugar desapareces. Y para que tú seas quinto o sexto, en este momento del año ya deberías haber empezado tu campaña. Así, en la encuesta de octubre, que sale en noviembre, ya empiezas a aparecer como un aspirante creíble. Después viene diciembre, la gente se olvida de las elecciones, y en enero empieza a ver por quién votar. Y va a elegir entre los cinco primeros. Los demás no van a existir. No entiendo a qué está jugando la izquierda.
—¿Es demasiado tarde para la izquierda? Demasiado tarde, creo que no son conscientes del calendario. Cuando ellos se decidan, ya van a haber dejado de existir políticamente. No van a entrar en el cálculo electoral.
—¿Cómo evalúa las respuestas de Verónika Mendoza sobre Venezuela? Esa respuesta tibia frente a Venezuela es una respuesta pensada en los “compañeros”, no es una declaración hablándoles a potenciales simpatizantes de una candidatura de centroizquierda. Hasta el momento los candidatos que están dando vuelta, Mendoza, [Marco] Arana, Gonzalo García, son candidaturas muy de la interna, discutiendo doctrinariamente cuando hay delincuencia en lascalles. Eso es lo que le preocupa a la gente, y sobre eso no tienen nada que decir.
—¿Qué es lo que vemos en Venezuela? En Venezuela hay un gobierno que claramente se ha propuesto perennizarse en el poder, y está dispuesto a violar la ley, torcer la autonomía institucional para ello. Por eso creo que es un gobierno autoritario. Es cierto que no son dictaduras tradicionales, donde se prohíben las elecciones y los partidos de oposición. Se mantiene cierta apariencia de normalidad institucional, pero en la práctica avasallan los derechos de la oposición.
—Ya no encontramos la clásica dictadura militar. Uno reserva el término ‘dictadura’ para formas de gobierno abiertamente autoritarias, que no respetan una lógica liberal representativa: Corea del Norte, Cuba, China. Pero hay otras formas de autoritarismo. Los peruanos fuimos víctimas de eso durante el fujimorismo. Hay que pedirles a los actores un mínimo de consecuencia: si criticas al fujimorismo por autoritario, tendrías que criticar a Venezuela por exactamente la misma razón.